Creo que el propósito fundamental de nuestra vida es vivir felices.

Da igual en lo que creas, el tipo de creencias es indiferente, todos buscamos algo mejor de lo que ya conocemos. Buscamos tener un sentido en la vida, la búsqueda de algún tipo de realización o satisfacción profunda y genuina.

No tenemos una idea clara de lo que es la felicidad. Puede que algunos la describan como un conformismo o alivio de algún sufrimiento, o para otros puede que sea un éxtasis o excitación sexual. Hay muchas formas de describirla, es un concepto muy grande. Sabemos mucho más sobre el sufrimiento, el dolor y la infelicidad de lo que sabemos de la propia felicidad.

Saber distinguir lo que es la felicidad y lo que no es la felicidad es algo necesario e importante. El drama de estos tiempos es que a menudo buscamos la felicidad donde no está y entonces nos sentimos desilusionados, porque no encontramos lo que estamos buscando. Podríamos diferenciar o matizar aquello que parece que sea felicidad, pero no es una fuente de realización o satisfacción profunda y genuina. Porque si vamos buscando algo, es imprescindible quitarnos la venda de los ojos para saber hacia dónde estamos apuntando con nuestra flecha.

El Placer:

Hay partes del cerebro que responden a estímulos de placer y eso es bueno, porque necesitamos acercarnos a lo que es bueno y evitar las cosas que no son beneficiosas.

  • Imagina una canción, la que más te guste, una que te proporcione entusiasmo y con la que disfrutes. Puedes escucharla una, dos, tres veces, incluso hasta cinco veces y disfrutarla, pero 24 horas seguidas de esa música, no podrías soportarlo.
  • Ahora imagina un baño relajante con agua caliente después de un paseo, lo disfrutas y lo sientes como una gran fuente de bienestar y te encanta, es algo que te proporciona felicidad, pero si estás con ese baño durante más de 2 horas, llegará un momento que comenzará a molestarte y a no soportarlo.
  • Ahora imagina que estás en una reunión con tus amigos, estás pasándolo bien, te ríes, sientes que tienes unos amigos geniales, que te proporcionan momentos increíbles e inolvidables de felicidad, puedes estar unas horas con ellos, pero durante varias horas o días, acabarían produciéndose algún que otro conflicto.
  • Si comer nos da la felicidad o tomar el sol nos produce felicidad, deberíamos estar comiendo o tomando el sol todo el tiempo y eso no se podría soportar.

Y así con cualquier tipo de placer externo, que lo único que hace es, que te provoca una felicidad instantánea que si perdura en el tiempo se acaba volviendo insoportable o poco gratificante.

A veces nos ha pasado, que cuando estamos en un momento de placer al segundo ya estamos sintiendo miedo de que se nos va a acabar y terminamos por no disfrutarlo del todo.

Lo que quiero decir con esto es, que el placer se acaba convirtiendo en lo opuesto, se acaba convirtiendo en sufrimiento o displacer. A todos nos ha pasado que hemos deseado algo que estábamos seguros que nos aportaría felicidad y el bienestar que necesitábamos. Ya sabes lo que ocurre con esto; a veces cuando lo hemos conseguido al cabo de unas horas o unos días, perdemos el interés y volvemos a apuntar con otra flecha a otro deseo con más fuerza.

Mientras más vamos experimentando el placer en nuestra vida, menos placentero nos va resultando y vamos obteniendo mayor insatisfacción en lo que antes nos aportaban momentos de felicidad. Así que podemos decir, que el placer es el placebo o el paliativo del dolor que nos ayuda a solucionar un problema durante unos instantes, en nuestras vidas.

La Expectativa y la Comparación.

Pensamos que cuanto más tenemos, cuanta más riqueza o posesiones tengamos más felices seremos, pero no es así, porque una vez que lo conseguimos acabamos comparando nuestras riquezas, con las riquezas y con las posesiones de las demás personas, y eso nos acaba provocando más infelicidad. La comparación nos hace desear lo otro de una manera emocional negativa, (con enojo, celos o resentimiento).

  • Estudios científicos demostraron que el grado de felicidad dependía de la riqueza o posesiones de los demás: pudieron comprobar con un grupo de personas, que su grado de felicidad aumentaba si sabían que el vecino ganaba menos dinero que ellos o si sabían que sus posesiones materiales eran más escasas. Este tipo de comparación en cierto modo, lleva un doble mensaje de Ser más que el otro a través de la comparación y de la competición y esto es ni más ni menos que seguir alimentando cada día más a nuestro Ego.

Y luego, están las expectativas de añoranzas y deseos que nos planteamos para ser felices en un futuro, porque nos auto-convencemos de que ahora no es el momento. Nos decimos:

  • Cuando tenga más dinero, cuando estemos más desahogados de pagos, cuando me vaya de casa, cuando sea más independiente, cuando crezca, cuando termine mis estudios, cuando termine el proyecto que tengo entre manos, cuando esté mejor de salud o cuando me jubile.
  • Y ahora me pregunto: ¿Y si no? ¿Qué pasaría si nada de esto pasa? ¿Podré ser feliz? Está bien tener y anhelar deseos, pero que de ellos no dependa nuestra felicidad.

Si nos paramos un momento, tal vez podríamos observar a todos esos pensamientos y cosas que queremos hacer, para así detectar si estamos apuntando con nuestra flecha claramente a ese algo que nos vaya a aportar felicidad y bienestar en el tiempo.

PNL&MEDITACION

“La Felicidad si la buscamos en el sitio equivocado, estaremos convencidos de que no existe cuando no la encontremos allí” Matthieu Ricard

Entonces: ¿Es realmente la felicidad un objetivo o una meta alcanzable?

En la vida no hay meta que alcanzar, ni siquiera la felicidad. No hay meta ni objetivo que alcanzar, el camino es la meta. Se trata de vivir la plenitud de cada instante, de cada paso del camino.

La felicidad es un estado mental diario. Entrenar la mente es lo que nos lleva al florecimiento de la felicidad y del bienestar. La felicidad es la práctica diaria de todo un grupo de cualidades humanas diferentes que todos tenemos, y que por las circunstancias difíciles que hemos experimentado, por supervivencia, las acabamos escondiendo y olvidando de practicar.

Todo depende de nuestro estado mental interno y depende totalmente de nosotros. Podemos estar en un paraíso y sentirnos unos desagraciados, o podemos estar en una situación difícil y sentirnos llenos de alegría y fuerza. Las circunstancias externas se pueden mejorar, pero su control a veces es inalcanzable, (la situación actual es un claro ejemplo).

Una mente saludable, se puede mantener durante horas, días, meses, años y lo que lograremos será una sensación de bienestar, de libertad y alegría a pesar de las circunstancias externas. Además, al entrenar la mente, te adentras en tu interior para sentir y Ser todas esas cualidades que van a aportar a tu vida armonía y paz, donde tus palabras, tus pensamientos y tus acciones, van dirigidas siempre a través de un comportamiento benevolente hacia y para, tu beneficio, y el de los demás.

Son cualidades como: el amor altruista, la libertad, la aceptación, la fuerza interior en el “sentido profundo” que es la que nos proporciona la confianza, el compromiso y la seguridad en cada instante. Todas estas cualidades juntas hacen una forma de Ser, con la que sacamos los recursos necesarios para manejar y hacer frente a los retos de la vida. Y lo más curioso es, que este profundo bienestar, lo podremos mantener incluso en los momentos tristes, como por ejemplo, cuando un ser querido muere, ya que podremos seguir teniendo este “sentido profundo“ y dirección en nuestra vida.

Con el entrenamiento de la mente cada día, lograremos que surjan de manera espontánea los recursos necesarios para hacer frente a cualquier experiencia por muy difícil que sea.

Con la práctica de un entrenamiento mental diario, estos recursos se manifestarán como una respuesta ante la vulnerabilidad y el sufrimiento de nosotros mismos y de los demás, aportándonos claridad en los momentos de oscuridad y ofreciendo nuestra presencia amorosa aun cuando sabemos que no podemos hacer nada más por los demás.

Estoy segura que en algún momento, has vivido instantes felices como: ver un amanecer o un atardecer, presenciar el nacimiento de tu hijo o un momento donde has conseguido hacer feliz a otra persona. Si te paras a observar y sentir esos momentos, te darás cuenta que tienen en común un mismo factor y es, que todos los conflictos internos y externos que puedas tener, desaparecen en ese instante, y vives la experiencia con plena atención, lo que viene siendo “estar en el ahora”.

Lo primero que se podría hacer para entrenar la mente, sería tomar refugio. Y tomar refugio lo digo en todo su sentido. Detenernos, requiere entrenar nuestra atención y comenzar a percibir qué es lo que nos mantiene atados al temor, al apego y al rechazo. Pero, para ello, necesitamos prestar atención a nuestra experiencia cotidiana y aprender a escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente. Si observamos a nuestra mente, podremos ampararnos en un camino donde nuestra manera de caminar, construya nuestra felicidad.

Hace unos años tomé refugio en la meditación y se convirtió en el amparo que necesitaba, para que mi mente pudiese descansar. La meditación ha aportado claridad a esa sensación de estar herida y al vacío interior que me acompañaba años atrás. He podido observarme y darme cuenta realmente quién no soy, y a partir de esta comprensión, comencé a liberarme de una mente confusa, para volver a renacer. Dejé caer mi cuerpo, dejé caer mi mente y me quedé quieta.

  • Quedarme en quietud y parar, fue el primer gran paso hacia el continuo bienestar y paz interna del que gozo hoy.
  • El segundo gran paso, fue la de abrir el corazón y comprender que hay algo en mí misma que es fundamental y básicamente bueno. Algo que es verdadero y real, y no todas esas cosas que creía que era.
  • Y el tercer gran paso, fue el de ofrecer esa paz, a la familia, luego a las personas más allegadas y así con cada ser de éste planeta. La felicidad egoísta no funciona, es importante ofrecerla a los demás.

Lo curioso de ello, es que a medida que cada día lo voy practicando, me va invadiendo una sensación de plenitud, libertad, aceptación, alegría y amor, que se va convirtiendo más duradera en el tiempo.

La meditación, es como ser un agricultor que planta semillas para después recoger su fruto. Si cultivamos nuestra mente, el conjunto de cualidades y recursos que ya somos, saldrán desde adentro hacia afuera, como la semilla que echa su raíz en la tierra y abriéndose a la vida, culmina su transformación.

Esa transformación, es como si de un sol radiante se tratase, que se manifiesta desde lo más profundo de nuestro Ser, para que así nuestro caminar se convierta en luz y felicidad. Y lo más bonito de todo, es que los demás podrán ver, escuchar y sentir a nuestra luz, y tal vez pueda ser una fuente de inspiración para que ellos puedan proyectar la suya, en un nuevo caminar.

En definitiva, mi experiencia con la meditación me está aportando perlitas de felicidad y paz mental duraderas en el tiempo. Cada día cuando me siento, recojo del fango a esas perlas y las guardo, para que cuando hallan momentos de dificultad, me pueda nutrir con su sabiduría. Observar a mis pensamientos, prestar atención a mi cuerpo y atender a mis emociones, es para mí aprender a sentirme feliz a cada instante, en un nuevo caminar. De ahí nace #cadadíaunnuevosentir.

Vivir cada día como un nuevo sentir, me aporta el equilibrio y paz fundamentales para mi trabajo. Las clases de meditación que ofrezco, aportan todas esas perlitas y semillas que he recogido a lo largo de mi camino, para todo aquel que desee tomar refugio y entrenar su mente a través de la meditación de una manera fácil, cómoda y ecológica: Clases de Meditación

Para terminar, me gustaría hacerlo con una frase que el Dalai Lama ha dicho algunas veces sobre la meditación.

“Si la ciencia prueba que cualquier beneficio de la meditación está equivocado, deberíamos desecharla”.

De corazón a corazón… AMR