El Hábito de Correr
Imagina que estás de pie con un grupo de personas, contemplando un hermoso amanecer. Pero mientras que otros se están empapando la vista, tú luchas. Estás inquieto con tus proyectos y preocupaciones. Piensas sobre el pasado o el futuro. No estás presente para apreciar la experiencia. De modo que en vez de disfrutar del amanecer, dejas que la riqueza del momento pase inadvertida.
Thich Nhat Hanh
Monje Budista Zen
Tenemos muy arraigado el hábito de correr, es tan sutil que no podemos verlo, pasa tan inadvertido que nos hemos creído que esto no afecta para nada a nuestra vida y por lo tanto, nos hemos contado que la vida es así. No sólo corremos físicamente con el cuerpo de un lado a otro que es evidente con el ritmo de vida que nos ha tocado vivir, sino que también corremos con la mente.
Estamos tan inmersos en las tareas que tenemos que hacer a diario, que a veces pasa inadvertida para algunos la incesante carrera o maratón de pensamientos que hay en la mente. Y ésta es la razón por la que tampoco tenemos tiempo para atender a las emociones que van presentándose en el camino a través de nuestra interactuación con los demás, nos contamos un cuento como que no hay tiempo para atenderlas (nuestras emociones) y seguimos adelante.- Cuando acabe o tenga un poco de tiempo, pensaré cómo puedo solucionar este tema-.
Esto es un autoengaño de la mente para postergar eso que nos duele y que no sabemos cómo gestionar, ya que si lo atiendo en ese momento y me permito sentir la emoción hasta el final, podría dejarme sin fuerza para seguir haciendo mis tareas, por lo tanto, lo que hace la mente es huir o seguir corriendo que es lo mismo.
Hay que dejar claro que el cuerpo es un fiel sirviente de la mente, por lo tanto, si la mente está inmersa en un sinfín de pensamientos, el cuerpo se encargará de obedecer a esas tareas. Cuando estamos inmersos en cualquier tarea o gestión, si observamos a nuestra mente y sus pensamientos (el contenido), podemos darnos cuenta que a medida que la mente va gestionando tareas, ya está deseando terminarlas para hacer otras, con lo cual, vuelve a generar más contenido de pensamientos.
¿Y este hábito de correr para qué lo desea la mente? Bueno, esa parte de la mente que razona y cree que tiene todas las respuestas, (el ego o personaje) suele contarse el cuento de que es para que cuanto antes termine, antes va a descansar. ¿Pero descansar de qué? Nos ha hecho creer, que el descanso se va a generar cuando la tarea que nos preocupa esté realizada y de ésta manera podrá bajar el ritmo de pensamientos incesantes, pero no es así.
Realmente la mente no quiere descansar para no tener que hacer nada, la mente se aburre, si no hace nada vuelve a generar más pensamientos que conlleven fortalecer el hábito de correr, porque la mente tiene miedo a no hacer nada, de hecho cree y sabe que el hecho de no hacer nada le va a llevar a ver un conflicto interno que no está lista para atender, por eso, digamos que la propia mente se anestesia, permanece dormida en el hacer y en el correr.
Vuelvo a recordar que el cuerpo obedece a la mente y ésta necesita alimentar constantemente el hábito de hacer. No solamente lo alimenta con el hacer, también lo hace a través de la comida. Si no hace nada, le da por comer entre horas o ingiere alimento sin tener ganas o compulsivamente, lo cual, lleva una vez más a retroalimentar a la mente del hábito de seguir corriendo, pero ésta vez a través del alimento en el cuerpo.
Conseguimos metas, objetivos, nos compramos cosas materiales y en obtenerlos, la mente ni siquiera se permite disfrutar de ello, ya comienza a buscar nuevas estrategias para seguir alimentando el hábito de correr, lo que viene siendo una huida constante y por lo tanto, un miedo a algo.
Estamos desayunando y estamos pensando en lo que tenemos que hacer a continuación, o miramos el móvil, o escuchamos la radio, o la tv. Terminamos de desayunar y de camino al trabajo, con los niños, la familia, ya estamos pensando en que cuando terminemos, al volver a casa tenemos que seguir haciendo; la compra, limpieza, gimnasio, andar, extraescolares, etc…y en terminar, cenaremos, pondremos la tv, o el móvil o estudiar para despejarnos y descansar del día que llevamos. Todo esto es un contenido de la mente que tiende a correr al futuro, en el tenemos que hacer.
Pero también, podemos observar que pensamos a lo largo del día sobre el pasado, lo que podríamos haber hecho y no hicimos, o dicho y no dijimos. O lo que nos dijeron o lo que hicimos y lo bien que nos sentimos contándoselo a los demás aquello que vivimos. El tema es que la mente necesita que estemos constantemente corriendo de un lugar a otro y este correr nos lleva a no darnos cuenta de lo que realmente está pasando en este momento.
Hay unas palabras de Jesucristo que dijo a sus discípulos que pueden orientarnos sobre esto que estoy explicando:
“Lo que sale de una persona es lo que la contamina”.
Marcos 7:20.
Aquí podemos ver claramente que Jesús ya hablaba a sus discípulos de la importancia de ser consciente de esa parte de la mente que está inmersa en un sinfín de pensamientos que lo único que hacen es (contaminar) nuestra experiencia, es decir, lo que estamos viviendo y por lo tanto, hacernos sufrir.
Pero la pregunta es: ¿Para qué necesitamos correr?
Para no sentir. Para no sentir el vacío, la insatisfacción o desesperación que nos invade si paramos. ¿Cómo es posible que el parar pueda ocasionarnos tal sensación? ¿Cómo es posible que el parar pueda resultarnos amenazante y nos provoque ésta incomodidad? El parar nos estresa, nos desespera, porque cuando paramos es el único momento en el que podemos ser conscientes de todo el aluvión de pensamientos y por lo tanto, emociones postergadas, sin resolver y esto le incomoda a la mente porque le hace recordar y sentirse que es vulnerable. La mente sabe que no podrá ser saciada nunca con todo el hacer, nunca va a estar satisfecha, porque ha creado una ilusión constante e incoherente de que podrá descansar, estar en casa, ser feliz o en paz, cuando alcance algún objetivo.
Cuando hay un deseo realmente de parar, dispuestos a ver a ese miedo oculto que hay detrás de éste hábito del correr, comienza un periodo, un proceso en el cuál uno comienza a estar un poco más en Paz.
¿Cómo podemos parar? Simplemente aplicando la plena consciencia, ser conscientes de cuando estamos corriendo a cada momento de nuestro día. Podemos hacerlo permitiéndonos 5 o 10 minutos al día para parar y respirar. Inspirar y espirar y permitirnos crear un espacio de silencio a través de estos minutos de descanso en la respiración consciente. En cuanto domines ésta práctica podrás ser consciente de cocinar consciente, conducir consciente, comer consciente, beber consciente o escuchar consciente.
De ésta manera se comienza a disfrutar de cada tarea que se esté haciendo y a la vez la mente puede disfrutar del placer que genera ir despacio y estar atento a todas las maravillas, a la belleza que nos ofrece la experiencia de estar vivos y sólo de ésta manera, podrá escuchar y recordar la voz de esa parte de la mente que es eterna y que siempre estuvo ahí, la única verdad, el Amor de Dios.
Ángeles Muñoz Ros
Saludos, en este texto me veo muy reflejada. Es prácticamente mi día a día, hacer, hacer….corre, corre…. para que la mente no pare y no dejar espacia para poder ver y escuchar el interior. Sigo respirando para ser más consciente y poder soltar el piloto automático.
Muchas gracias, grande reflexión. Me ha llegado muy profundo.
Qué maravilloso leer tanta realidad.
Se nos pasa la vida sin darnos cuenta por culpa del ritmo de vida tan agotador que llevamos.
Gracias!!
Muchas gracias Helen! Me encanta que me vayas recordando lo que a mi mente se le olvida porque sólo piensa en correr.
Hola a tod@s, correr ya es un hábito desde que suena el despertador hasta acostarnos, se pasa el día rápido sin disfrutarlo. Es necesario parar, aunque sea un momento para poder volver al aquí y ahora.
Gracias Gelen por ayudarnos a ser más conscientes cada día.