La vida es un constante aprendizaje o des-aprendizaje, ambos vienen a decir lo mismo, es decir, operan a la misma vez. Aprendemos en la infancia, a creer aquello en lo que creen nuestros padres, guías o quienes en ese instante son para nosotros un referente en el mundo. A esa temprana edad, nuestro cerebro no tiene todavía desarrollada la capacidad de razonar o pensar, por lo tanto, aprendemos a ver el mundo a través de lo que percibimos. Vamos aprendiendo e integrando los patrones del estado mental de nuestros padres, sobre aquello en lo que piensan, lo que sienten, lo que dicen y lo que hablan, es decir, comenzamos a percibir y ver el mundo a través de los ojos de nuestros padres o de quienes sean referentes en ese momento de nuestra infancia. Ellos también aprendieron de ésta manera, por lo tanto, este proceso de aprendizaje se remonta hasta el principio de la existencia de la humanidad y se vive como algo natural y como parte de nuestra evolución.
Primero, aprendemos a pensar, sentir, hablar y actuar como nuestros padres y después, salimos al mundo y nos relacionamos con otros. Es a través de ésta interactuación y relaciones con los demás cuando aprendemos a darle más valor y veracidad a todo aquello en lo que hemos comenzamos a creer; puede ser a través de la familia, profesores, amigos, religión, país y el entorno que nos rodea.
Muy pocas veces nos paramos a pensar y reflexionar sobre toda la información que vamos percibiendo, recibiendo y guardando en nuestra mente, sólo sabemos que esto me gusta, lo otro no, aquí estoy bien, aquí no, con ésta persona estoy a gusto y con el otro no. No tenemos tiempo para parar y reflexionar o pensar, sólo tenemos tiempo de mostrar aquello en lo que creemos, lo que nos han enseñado, lo que sabemos y demostrar que tenemos la razón, para así ir ajustando nuestra visión del mundo.
Esto es lo que nos garantiza nuestra supervivencia como identidad, vamos adquiriendo y dando forma a una parte de la mente a la que muy pronto llamamos “yo” “ego”. A medida que vamos relacionándonos con los demás, los otros van dando valor, importancia y aceptación a todo aquello en lo que creemos que hemos decidido pensar. Por supuesto, todos aquellos que no piensen como yo, que nos produzcan un desazón o conflicto con su manera de pensar, creencias o valores, nos apartaremos, nos separaremos, los ignoraremos, los enjuiciaremos o les diremos lo que tienen que hacer, porque nuestra manera de ver el mundo es la que tiene que ser. La que tiene que ser, ¿para qué? Para tener razón y así que nos puedan reconocer, y por lo tanto, darnos el mismo valor que nosotros damos a nuestro estado mental.
El tema es, que el estado mental que heredamos del mundo, es un estado mental basado en la confusión y la locura, que nos ha llevado a la insatisfacción continua y a sentir un vacío que no sabemos ni siquiera de donde proviene. Un estado mental que piensa una cosa, siente otra, dice otra y hace otra, y cuyo objetivo es el de alimentar esta misma incoherencia llevándonos al conflicto continuo, unas veces consciente y otras inconscientemente, con nosotros mismos y con los que nos rodean . Vamos adentrándonos en esa confusión mental y distorsión en el tiempo, vamos aprendiendo y des-aprendiendo a medida que vamos interactuando con otros, para verificar si así, pensando y creyendo lo que otros piensan, podemos saciar o llenar esa insatisfacción que nos produce ese vacío que nos atormenta.
No sólo creemos que somos todas esas creencias con las que nos identificamos, también nos definen los objetos que adquirimos; nos define la ropa que llevamos, la comida que ingerimos, la casa que compramos, el trabajo que desempeñamos, la orientación sexual, el dinero que tenemos, etc. Y para que el caos y la confusión sea más profunda todas éstas creencias y objetos, como carta de presentación en el mundo las asociamos al cuerpo. Soy este cuerpo y todo lo que este cuerpo representa, es decir, la imagen y lo que ésta imagen o forma tiene, piensa, siente, dice y hace, es la que me representa en el mundo a ojos de los demás. Esto es una locura, una fantasía, un engaño, de una parte de la mente que está sumida en un profundo sueño.
Llegar a comprender esto, produce incomodidad en este estado mental distorsionado llamado ego, a ese personaje basado en el yo, a esa identidad falsa e ilusoria, basada en el engaño que hemos creado durante tanto tiempo. Estamos continuamente insatisfechos, en la incertidumbre de que tenemos que tener o pensar de determinada manera para ser alguien. Todo esto es una ilusión constante, que cuando no es valorada por los demás, nos produce ese vacío interno a no existir al que tenemos un miedo atroz, y por lo tanto, lo ignoramos, lo escondemos a través del engaño de varias caras o máscaras.
A pesar de la locura y confusión de este estado mental, afortunadamente hay otra parte de la mente que siempre está ahí, intacta, que sí sabe quién Es, que es Eterna, Real, Pura y Verdadera. Nos hemos separado de ella. Esta otra parte de la mente, espera a que seamos conscientes de ésta separación, para que volvamos a casa y podamos descansar de la culpa, el caos, el miedo, el engaño y la desesperación de la incertidumbre que hemos creado en éste mundo. Esta parte de la mente, es la luz en esa confusa y distorsionada oscuridad, que nos invita a sigamos el camino de vuelta a nuestro verdadero hogar. Percibir su presencia nos hace sentirnos en Paz y totalmente alineados con lo que realmente Somos. Ella nos recuerda que Somos la expresión del Amor o de Dios.
Tenemos miedo a esa otra parte de la mente verdadera. Pero, ¿por qué tememos a Ser lo que realmente Somos?
Porque si Somos lo que es Eterno y Verdadero, si confiamos y nos entregamos a esa otra parte de la mente que sabe quién es realmente, entonces. ¿Quién nos va a reconocer en este mundo?
Ángeles Muñoz Ros.
Muy interesante y profundo
Gracias
Gracias a ti Fabrizio
Muy bueno!! Gracias por compartirlo
Gracias a ti Georgina
Así es, estamos en patrones mentales que no son nuestros debido a educación, vivencias …etc Pero para mí lo más importante es el trabajo diario de querer conocernos tal y como somos, nos guste o no lo que sale de dentro para conocer nuestra Alma pura.
Gracias
Gracias a ti Angeles
Verdadera conexión entre pensamiento real e impostado. Me.have reflexionar de si verdaderamente somos reales a nuestro ser y no a lo que determina la sociedad que seamos.
Me.ha entintado Ángeles, seguimos caminando.
Gracias y vida