Todos tenemos buenas intenciones, queremos y deseamos lo mejor para nosotros y para los que nos rodean. Esa es una gran inspiración para nuestros corazones, nos indica ya que somos pura bondad y deseamos ver en los demás esa bondad que tanto anhelamos ver reflejada en un mundo caótico que sufre fruto de la ignorancia, el deseo y la insatisfacción.
La intención si es desde el corazón, siempre llega a la otra orilla del río. Es como la gran ola que se genera en el mar a causa de ésta bonita conexión y fluye equilibrada y bailando al son de las demás olas dentro de un mismo mar. Con esto quiero decir, que podemos llevar a cabo la intención que tenemos de esas buenas acciones que deseamos mostrar al mundo. Poder realizar estos sueños, anhelos y ganas de conocer y aprender de las maravillas de este mundo, nutren nuestras ganas de disfrutar de la vida en toda su plenitud.
Cuando experimentas esto, no puedes sino salir al mundo y anunciar su nacimiento como cuando un niño nace y sus padres comparten con toda la familia y el mundo, el fruto de la unión de su Amor. Así lo hicieron con la llegada de Jesús o el Budha a nuestras vidas. Compartir tu experiencia, es compartir tu práctica y el sentimiento de felicidad y plenitud que has experimentado con ello en tu vida. Cuando vamos por ahí con esas buenas intenciones compartiendo con los demás, animamos a otros, a inspirarse en nuestras aventuras para que ellos vivan las suyas y dejen de reprimir sus anhelos procedentes del corazón bondadoso.
A veces, nos damos cuenta que no bastan las buenas intenciones.
Salimos al mundo y llevamos a cabo aquello que soñamos o creíamos que era lo mejor para nosotros y todos, y nos encontramos con un gran muro infranqueable, el de la comunicación con los demás. Sentimos el rechazo y el juicio de nuestra manera de hacer o pensar y entonces nos sentimos frustrados reaccionando con ira o con falta de energía o reaccionando con tristeza, ante esa buena intención que resultaba ser tan bonita en nuestra mente. Así que o le damos mucha importancia a lo que nos han dicho y entramos en conflicto con las ideas de los otros, generando problemas queriendo imponer nuestras ideas y de esta despertando y alimentando la energía de la ira, rabia o impotencia en nosotros y en los demás. Esto provoca el rechazo o la separación de los que tengo a mi lado, a esto lo llamo “tener un aborto”. O por el contrario, a esas buenas intenciones les quitamos la importancia pasando a otra cosa y dejando a un lado o en un cajón esos impulsos de Amor, para otro momento como si no importaran, a esto lo llamo también “tener un aborto”.
Antes de que nazcan, les quitamos la energía a esos deseos profundos de conocer un mundo diferente, de buenas intenciones que generan paz y disfrute en nuestros corazones.
Por el contrario, cuando comenzamos a llevar a cabo esas buenas intenciones como por ejemplo: comenzar una dieta, ir al gimnasio, ayudar más en casa recogiendo la habitación, dejar de fumar o cualquier otra actividad que te propongas diariamente o a largo plazo, y no la terminas por las circunstancias que sean, a esto lo llamo “matar al bebé”. Nace pero no se desarrolla.
Quizás creas que se trata de una barbaridad, o que éstas palabras son demasiado duras para ti, pero ver la raíz de un problema es ver más allá de lo cotidiano y querer aprender a relacionarte contigo mismo y con el mundo desde un nuevo lenguaje llamado Paz.
Este hábito de conducta, se convierte en duelo incesante en nuestras vida. Vemos a la muerte tan cerca y ni siquiera sabemos que estamos experimentándola una y otra vez en nosotros mismos y con los demás. Salir del duelo puede durar un instante, días, años o una eternidad, depende de uno mismo. Tenemos la capacidad de decidir a cada instante, vida o muerte, o truco o trato, como dicen los niños en Hallowen cuando nos tocan la puerta. Los juegos de los niños, son los grandes aprendizajes de la vida que me han inspirado a darme cuenta de lo que soy y donde deseo estar en cada instante. Estar en este duelo, es estar en la queja, en el juicio y en la frustración del disfraz de las buenas intenciones de querer más o sentir que necesitamos algo más en nuestras vidas. La culpa y la escasez proceden del nido de la muerte.
Este es un hábito de comportamiento que nos invita a reflexionar sobre cómo es nuestra relación con la madre y el padre.
La relación con nuestros propios padres que nos dieron la vida en unión con la Fuente, la Divinidad o ese algo más grande, nos dice mucho de cómo es la comunicación con el fruto que ellos dieron al mundo, es decir, conmigo mismo y la comunicación que mantengo desde mi interior hacia el exterior con mis hermanos y con mi propia Divinidad. Cuando hago referencia al Padre y la Madre, me refiero a un todo, es decir, a la raíz profunda que tenga que ver con esas buenas intenciones que sólo un padre y una madre quieren para su hijo.
Pero, ¿de dónde viene ese comportamiento?,¿por qué me comporto así a pesar de mis buenas intenciones?. Para adentrarnos en la profundidad de este mar, es necesario realizar un trabajo o práctica profunda de autoconciencia e indagación diaria. Nuestra tarea para ello es la de crear las circunstancias adecuadas para bucear en este desconocido mar tan profundo para conseguir y preparar todas las herramientas necesarias y de ésta manera poder transitar por una atmosfera tan diferente a la terrestre. Bucear es aprender a respirar de forma diferente en un medio que requiere unas condiciones absolutamente contrarias al inspirar y espirar terrestre. Así que te invito a que te pongas tus gafas acuáticas de ver y conectes el regulador a tu botella de oxigeno para que puedas respirar bien lo que hay bajo este mar que ahora te voy a ir describiendo. Recuerda que vamos juntos en esta inmersión, así que tú decides cuando deseas salir de este mar si te incomoda. Mi experiencia ante esa incomodidad de no seguir buceando, la superé respirando profundamente.
Cuando conectamos con la Madre Tierra conectamos con nuestra Madre.
Cuando conectamos con la Madre Tierra podemos sentir bajo nuestros pies a la que nos sostiene a todos y darnos cuenta de que está constantemente comunicándose desde una sutileza y belleza grandiosa. A veces, con nuestras vidas tan ajetreadas ni la escuchamos, ni la vemos y mucho menos no llegamos a sentirla. Cuando nos permitimos conectar con ella, dejando a un lado nuestras ajetreadas agendas y caminamos por el campo, nos bañamos o caminamos por el mar, o simplemente nos sentamos en el banco de un parque y descansamos, nos sentimos más calmados y relajados. Y nos sentimos así, porque conectamos con la madre, con la sensación de estar llenos de todo y satisfechos de cualquier sensación de hambre o sed. Es como cuando estábamos en el vientre de nuestras madres y estábamos en comunión con la abundancia de nuestra verdadera naturaleza de ser y estar. Conectamos con la gracia femenina, con todo nuestro linaje femenino que nos invita a cada instante a ser y estar en unión con ellas. Cuando estamos desequilibrados, nos comportamos como si estuviésemos en escasez continua con todo lo que nos rodea. Con los impulsos de querer acumular o desechar en exceso las cosas materiales, las relaciones emocionales de apego excesivo de sobreprotección, control rechazo y exclusión. Este comportamiento ocurre también a través de nuestros pensamientos de control llevando la atención excesiva y rechazando aquello que no nos gusta. Bienvenido a la supervivencia de querer sobrealimentarnos. Con este comportamiento lo que hacemos es rechazar el vientre de nuestra madre. Deseamos más de lo que necesitamos, estamos ignorando el proceso vital de la vida, el alimento necesario para vivir livianamente sin exceso de peso. Aquí sólo puede haber conflicto con uno mismo y con los demás por ser el primero en comer.
Es como ser y estar obesos en el mundo que no se ve, con un sobrepeso de alimentos sensoriales, emocionales y mentales. Miles de recetas de comidas y postres que nos muestran y nos mostramos nosotros mismos en nuestro día a día, para seguir engordando en el placer de la supervivencia, por lo tanto, de esta manera de vivir lo que hacemos inconscientemente es decir sí a la escasez y no a la abundancia del día a día, el pan de cada día. Afortunadamente, podemos elegir otra opción, así que podemos respirar y salir de «los juegos del hambre». Seguimos buceando.
Cuando conectamos con el cielo, conectamos con nuestro Padre.
Conectamos con lo divino, con lo que nos dijo nuestro Padre que teníamos que ser y hacer en este Mundo. Con las tablas de los mandamientos divinos, lo que teníamos que hacer, las cualidades o dones que debíamos potenciar, desarrollar y manifestar en nuestras vidas, para así liberarnos de nuestra propia esclavitud. Una esclavitud impuesta por ideas, creencias y patrones mentales que se han ido manteniendo generación tras generación. Mantener es perpetuar, un abuelo, un padre y un hijo, son ideas o edificios que el propio receptor destruye, para después construir a su antojo su propio templo de leyes y muchos dioses, es decir, vamos haciendo Torres de Babel que caen una y otra vez sin sentido alguno en la rueda del sufrimiento. A este comportamiento se le llama ego. Ésta metáfora me recuerda mucho a los pilares que hay de los templos derruidos en los diferentes lugares de la Tierra.
Construimos nuestros propios templos, en base a unas ideas que nos transmiten y luego las llevamos a cabo. Está bien, siempre que llevemos la unión al mundo y no la destrucción porque es necesario recordar, que nuestros abuelos y padres hicieron con buena intención sus roles de padres y por lo tanto, la semilla de esa buena intención es la fuerza que está esperando a ser recibida por el hijo para comunicarse y relacionarse con su Padre en un Nuevo Mundo.
Cuando conectamos con el Padre, podemos verlo reflejado en la política, en la justicia y las leyes de este mundo. Si estamos en desacuerdo, en conflicto y rechazo hacia unos y otros por los ideales que luchan o su manera de hacer las cosas, estamos en desacuerdo con nuestro linaje masculino y por lo tanto, rechazamos a nuestro único Padre Celestial que existe. La respuesta a este conflicto es la aceptación ante éstas ideas o creencias que destruyen o separan a la humanidad. Aceptación no quiere decir que todo vale o que sea yo así, sino que acepto pero no comparto, alimento o expando estas ideas atroces al mundo, tan simple como eso. Y eso lo hacemos, con el juicio hacia los demás o hacia nosotros mismos. Conectar con lo masculino es conectar con el cielo y sólo puede haber bendiciones ante tal unión.
La conexión con el Padre y la Madre, el regreso al Hogar.
Sin embargo, cuando conectamos con el Cielo y la Madre Tierra en nuestro corazón, ahí sólo puede haber un manantial de agua y música celestial a través de nuestras buenas intenciones y cualidades. Podemos ver, escuchar y sentir en este mar profundo y oscuro, nuestra salvación o liberación de la esclavitud. Bienvenido a este nuevo mar, un Mar donde sus aguas son limpias, sanadoras y luminosas.
Desde aquí, podemos compartir y expandir las maravillas de este Mundo oculto a la vista del hombre en la Tierra, y sentir la sensación volver al Hogar del que ambos, Padre y Madre han creado para su Hijo y del cual nunca nos habíamos ido.
Sentirnos perdidos, es no estar en el lugar que nos pertenece y por lo tanto sufrimos. En nuestro día a día, caminamos perdidos cuando deseamos estar en una situación diferente a la que estamos, o nos aventuramos a dar consejos de padres a otros creyendo que no saben y deben hacerlo según nos convenga a nosotros. No estar en el lugar que nos pertenece es jugar a ser niños en situaciones que requieren hacerse cargo de la responsabilidad que nos pertenece en los conflictos y dejar a otros que la resuelvan por nosotros, o simplemente no asumir lo que somos y en quienes nos hemos convertido. Asumir los errores es estar en el Adulto y por lo tanto en el momento presente. Asumir es responsabilizarse y darse cuenta que uno puede equivocarse. Asumir es perdonarse por el daño, sufrimiento, separación o destrucción que hemos generado en el hogar que creíamos haber construido. Asumir es darse cuenta que podemos elegir desde otra perspectiva que aún no conocemos y que no es de este mundo donde el sufrimiento es la base de una estructura de templarios de mil dioses diferentes.
Podemos elegir desde la visión del Espíritu, el Amor o la Fuente Divina de ese algo más grande que nos está esperando al otro lado de la orilla del río. El perdón nos ayuda a emprender el camino por las aguas de ese río a bordo de una barca que nos llevará a nuestro verdadero hogar y una vez allí comenzará un nueva vida para nosotros y el Mundo. La unión de lo Masculino y lo Femenino, el Padre y la Madre, hace al niño abrir las puertas del paraíso y disfrutar del desarrollo de sus cualidades en plena libertad.
Esa es la Unión del Padre, la Madre y el Hijo o como decían nuestros antiguos, unir a lo Masculino con lo Femenino en su Hogar, el Cielo y la Tierra con el Hombre o la Unión del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En estos tiempos de violencia y rechazo que estamos viviendo de ambos géneros, nuestra tarea es la de darnos cuenta que podemos elegir cada día un mundo de perdón y de unión.
Thich Nhat Hanh dice que “Los niños felices cambiarán el Mundo”, porque me he dado cuenta a través de la experiencia, que sólo los niños saben y pueden aprender a jugar al verdadero juego de la vida y disfrutarlo. Cuando los niños dejan de sentirse y estar perdidos en este mundo y saben quiénes son, dónde están y hacia dónde van con sus ilusiones, anhelos y deseos, el Mundo de los niños se manifiesta en una Trasformación Alegre de la Fuente Divina lista para inspirar a otros en el camino. Nuestros niños interiores, esos que en la infancia sufrieron engaños y decepciones, pueden avanzar y madurar para transformarse en la integración del Adulto que ha aprendido a escuchar al guía que todos llevamos en nuestro interior y que elige en favor de Dios. Elegir en favor de Él es elegir la Fé que perdimos en el camino y honrar las vidas y experiencias de los que estuvieron antes que nosotros, los que están y los que vendrán, es decir, toda la Filiación y recordar quienes somos realmente, de donde venimos y hacia donde vamos. Y una vez recordamos esto, nos damos cuenta de que nunca abandonamos nuestro verdadero hogar, siempre fuimos lo que somos, el verdadero Amor de Dios.
Te comparto un ejercicio para practicar cada día o cada semana y así regar las semillas de tus buenas intenciones.
Con los 5 Pasos de la Atención Plena puedes llegar o tocar en este instante la Fuente Divina de la Alegría y por lo tanto, el disfrute de la Vida. El principio de las buenas intenciones y cualidades, irá aumentado y creando un espacio luminoso paso a paso en tu camino al despertar despierto, es decir, en conciencia. Pero tu tarea es darte cuenta, del lugar en el que estás y no perderte queriendo estar donde aún no crees que puedes estar. Recuerda que primero se practica para aprender y luego se sigue practicando para no olvidar. A esto se le llama en el budismo, mente de principiante.
Te deseo una alegre práctica en Plena Conciencia. Que así sea aquí y ahora, por los siglos de los siglos y en la Eternidad. Amén, Aho, Juntos al Servicio de la Vida.
Ángeles & Gelen & Inspira Paz, Espira Amor.
Te invito a compartir. Comentario más abajo en el espacio para comentar o a compartir el propio post por y para el beneficio de todos.