Perdóname si alguna vez no estuve a tu lado, tal y como te hubiese gustado que estuviese. Estuve ahí, más no supe acoger tu sufrimiento, pues en realidad estaba de manos y pies atada ante tu dolor.

El perdón que hoy te pido, es porque me doy cuenta de que no podía ofrecerte una comprensión a tu sufrimiento, pues me veía reflejada en tu dolor. Siempre estuviste ahí, has estado y estoy segura de que siempre estarás. Y ya no sólo porque estás, sino porque tu presencia ante mis días de dolor ha sido de una escucha y paciencia amorosa que me mostraba al verdadero amor.

En los días que parecían noches de terror, tú estabas ahí en silencio, a la espera de que terminase de hablar y llorar, para que con un simple abrazo y una leve sonrisa me aportaras sin palabra alguna, una gran seguridad ante el caos y el miedo que ocurría en mi mente en ese momento.

Te convertiste en un paño de lágrimas al que acudir para desahogarme, me ofrecías la seguridad y el apoyo ante el sufrimiento que me invadía, cuando un mar lágrimas y de dudas pretendía ahogarme sin éxito alguno.

¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Cómo haces para que ante este momento de dolor, logres apaciguar las aguas más bravas y al volcán de emociones más feroz?

Daba por hecho que me pertenecía tu presencia y tu acompañamiento, y se me olvidó darte las gracias y ofrecerte mi perdón.

En cada momento donde la tristeza y la felicidad habitan en mi corazón, estás ahí. En esos momentos que me ofreces tu compañía, recibo destellos de Unión con todo el Universo, con todo lo que hay a mí alrededor, conmigo misma, a través y junto a ti.

En ese mismo instante que estás a mi lado, mi mundo de miedo, sufrimiento y dolor se convierte en cenizas. Incluso puedo ver entre esa tiniebla de cenizas, cómo ahora nuevas semillas levantan bellos árboles, brotes verdes y flores de infinitos tamaños y colores.

La absoluta verdad se presenta ante nuestras miradas, tan sólo cuando estás junto a mí, sonrisas y lágrimas en Unión son ahora una gran ilusión. Mis pies y mis manos caminan sobre una pradera verde, pues el agua y la vida se llenan de color desde esta orilla, aquí a tu lado.

Impregnados de esta belleza, hoy comprendemos que tan sólo juntos en Unión ante lo que Es, podemos ver nuestra desnudez con la inocencia de un niño que vuelve a nacer. Y si hoy siento que he vuelto a nacer junto a ti, ahora despido mi yo del ayer, a la familia del ayer, de lo que fue y un día pensé que podía ser o podíamos ser.

Perdóname, pues el duelo de esta muerte anunciada, acaba en este mismo instante que te doy las gracias por estar y ser lo que eres. Pues tú me has enseñado a saber acompañarte en tu momentos de dolor.

Te pido perdón, por los momentos que no sabré ofrecerte el silencio, la compañía y la escucha amorosa que necesites, más sigo aprendido de ti y junto a ti.

Tal y como eres, está bien. 

Gracias Joseky por estar a mi lado, eres una gran inspiración.