Carta a una persona que se siente sola o abandonada.

Querida hermana/o:

Te escribo esta carta porque me he enterado que te sientes sola/o.

De todas las cosas que puedo o podría decirte me quedo con una sola; no estás sola/o.

Somos muchos los que nos sentimos como tú; como vacíos de algo que no sabemos muy bien que es, como con una sensación de haber sido abandonados o ignorados y a la vez incomprendidos.

Probablemente te sientas sola/o porque creas que no le importas a nadie, o lo que es lo mismo, que nadie te ama o te quiere, e incluso que has dejado o eres incapaz de amar. Esa soledad que sientes es una soledad compartida, lo que ocurre es que cada uno la esconde en lo más profundo de su intimidad, y de su mente.

Puede que seas mayor y te sientas sola/o y de hecho lo estés, puede que tus hijos no te hablen o incluso hayas sufrido su pérdida. Probablemente no tengas padres o hayan decidido no saber de ti. Puede que no tengas pareja o recientemente te hayas separado. Puede que te hayas quedado en el paro y no sepas como salir adelante con tantos gastos ya que tienes a cargo varias personas a las que dar de comer, o puede que ni siquiera tengas un hogar a donde ir. Quizás hayas tenido que irte de tu lugar de residencia o emigrar hacia no se sabe dónde en busca de un porvenir mejor. Puede que te hayas aferrado a las drogas o cualquier otra adicción, o incluso puede que estés rodeado de gente, familia y dinero y no te sientas feliz.

Con esto quiero decirte hermana/o, que la situación en la que te encuentres no es del todo relevante, la sensación de soledad y vacío es compartida a través de un mentiroso silencio escondido. No nos sentimos amados y tampoco sabemos de qué manera amar, ya que esa sensación de soledad seguimos sintiéndola igualmente a pesar de sentirnos amados o haber amado.

Te pido que al igual que utilizas la comparación con los demás, para darte cuenta que otros tienen algo que tú no tienes, y sentirte apenada/o y sola/o, utilices esa misma justificación para darte cuenta que no estás sola/o y que tu soledad es compartida por toda la humanidad.

Hemos llegado a convivir con esa sensación de soledad y amargura en lo más íntimo de nuestra mente y la hemos normalizado diciéndonos que esto es ley de vida o algo así.

Sentirse solo es, estar separado. Pero separado, ¿de qué? Pues de nuestra verdadera naturaleza, de lo que somos realmente, de lo que es el «Amor que no duele» y no entiende de sufrimiento. Sentirse solo es estar separado y por lo tanto, eso no es estar unido.

Nos contamos y creemos que estamos unidos y eso no es cierto, es una justificación a nuestra incoherencia mental.

Creemos que unos merecen y otros no, creemos que somos ejemplo y otros no, creemos que sabemos y otros no, creemos que somos afortunados y otros no. Otros y yo, eso no es unión, eso es separación y sensación de soledad. El sufrimiento es el mismo para todos, pero pensamos que unos sufren más que otros debido a las circunstancias que cada uno atraviesa y eso es más separación todavía.

Querida hermana/o, nos hemos separado, vamos como perdidos y no tenemos una referencia. Creemos, (esa es la cuestión), que estamos solos, nos sentimos solos y abandonados y esa creencia, es la semilla y el fruto de la pérdida de Fe.

La pérdida de referencia es la pérdida de Fe y esto conlleva a esa sensación de vacío. Estamos creyendo en un dios equivocado (el ego), en uno que nos castiga, nos culpa, nos quita cosas y nos hace sufrir. Ese no es el dios del amor. El Amor de Él, es misericordioso y por lo tanto, Él nos está esperando a que volvamos a casa. Somos sus Hijos y sus Hijos viven en la grandeza y no en la pobreza física y mental en la que vivimos. Él no piensa como nosotros.

Querida/o hermano, te pido que en éstas fechas y todos los demás días, te unas a este sendero para que recorramos este camino de vuelta al hogar juntos y en compañía de nuestros hermanos. Claro que me siento como tú, pero compartir esta soledad en nuestro caminar, es aprender a recordarnos la alegría de la fe compartida, y dejar de pensar en nuestra pequeñez, para adentrarnos, con una gran sonrisa, en la gozosa alegría de nuestra grandeza.

Tú eres yo, y yo, soy tú. Recuerda que estoy a tu lado, por si vuelves a sentirse sola/o.

Ángeles Muñoz Ros

 

 

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